lunes, 11 de agosto de 2008

TAI CHI EN LA NIEVE

El aire fresco, el aliento calido, el horizonte blanco, el grito de un pájaro, el susurro de un arroyo, los pehuenes con sus ramas claras, los cerros escarpados brillantes, el silencio, el silencio, el crujir de las botas en la nieve virgen.

El calor invade el cuerpo, la mente se vacía absolutamente de pensamientos, todo está liviano, los movimientos se suavizan, los copos de nieve caen suavemente como plumas, las manos siente agradable el frío de la montaña.

El placer del momento, la satisfacción de hacerlo en un lugar tan diferente pero con iguales resultados, avanzar en la paz, en disminuir las contradicciones, en la conciencia de estar presente en la actualidad y en el momento vivido intensamente.


El agradecimiento a los amigos que me invitaron y me permitieron experimentar esta actividad que realizo desde hace casi 20 años, que pude efectuar en cada lugar que transité, junto con los compañeros de ruta de el Tao, inicié en el Parque Sarmiento, seguí en la plaza de Barrio Paso de los Andes, donde viví, La Casa Azul mi residencia en las sierras construida entre otras cosas para estas actividades, en el río de La Granja, en el río de Cuesta Blanca donde vivía mi querido hermano Luis que inició esta práctica unos meses antes de morir psíquicamente, en diversos valles y pampas de esta provincia querida, en Nehuen en la casa de unos amigos junto con los pacientes de Santa Rosa de Calamuchita, en el Parque de Las Naciones, en la Plaza de Bo. Kennedy, en la fortaleza mora de Almería, ciudad mediterránea de Andalucía, en las playas del mediterráneo, de México, de Argentina, de Chile y de Uruguay, para finalizar en Arguello con sus lugares verdes amplios.

En todos esos lugares donde se respira la energía verde, fresca, limpia de la naturaleza, realicé con mis pacientes, amigos, hijos y parejas, compañeros de ruta esta actividad tan enriquecedora que nunca deja de ser interesante y placentera.